En el PE no existen mecanismos para promover la incorporación de mujeres en puestos de decisión

 

Apenas seis mujeres en un mar de hombres: eso es lo que se ve en las fotos del encuentro que el presidente Macri tuvo el lunes pasado en el CCK con funcionarios y representantes de “todos los sectores de la vida del país”. Hay una evidente deuda en materia de género y representatividad

Hay muchos sacos con corbatas. Hay sacos sin corbatas, también. Se ve mucho azul, mucho negro, algo de blanco, un poco de celeste. Hay, también, y ya mirando en detalle, un apenitas de colores fuertes y de estampados, tan apenitas como el número de mujeres, que se pueden contar con los dedos de las dos manos, aunque en rigor me sobran cuatro de los diez dedos cuando juego a este particular “¿Dónde está Wally?”. Seis mujeres en un mar de hombres: eso es lo que hay y es lo que se ve en la foto que, se supone, representa a la Argentina moderna, la que quiere insertarse en el mundo, la que busca una salida al pantano de la educación, la misma que tiene funcionarios que hablan con fluidez el inglés que podría ayudarnos a conseguir la llave para que lleguen pronto las inversiones que la economía necesita.

La foto fue tomada el lunes pasado, el día del discurso del presidente Macri en la cúpula del CCK, cuando hizo una convocatoria a “todos los sectores de la vida del país para discutir un conjunto de ‘consensos básicos’ que permitan avanzar en la lucha contra la pobreza, crear empleo y asegurar el equilibrio fiscal”, según explica la crónica del sitio de la Casa Rosada y según reprodujeron los medios. Esto quiere decir entonces que, según ese criterio y esa definición, sólo 6 mujeres representaron a “todos los sectores de la vida del país” en ese encuentro al que fueron convocadas 170 personas. Una vicepresidenta, una ministra, una jueza de la Corte Suprema y tres gobernadoras. Faltó una ministra y faltaron dos gobernadoras. Es decir, hubieran sido 9. Igual me sobraban dedos. Igual me falta representación. A mí y a varios millones de mujeres más.

Ese día, algunas pocas voces protestaron en las redes sociales. Decían estas cosas:

“Las mujeres avanzamos, la política no”

“Pasmosa la falta de mujeres entre los que están presentes en el CCK escuchando el discurso de Macri”

“Cuántas mujeres hubo en el CCK convocadas x Macri? El círculo rojo sigue siendo varón”

“Viendo a Macri en el CCK. SI hay cien personas, sólo cuatro son mujeres” (un detalle interesante, el autor de este tuit es un varón de 18 años)

En la foto del CCK no se ven empresarias, ni sindicalistas, ni políticas de la oposición. ¿No las invitaron? ¿No quisieron ir? ¿O no existen? ¿Tenemos que ver esta foto para darnos cuenta de que no las invitaron porque el número de mujeres en los espacios de decisión (en el mundo estatal y también en el privado) sigue siendo bajísimo? No deja de sorprender, de todos modos, que en este caso ni siquiera hayan pensado en el detalle para la foto, como se dice habitualmente. Conozco a montones de hombres y mujeres que en los últimos años se obligan a sí mismos a hacer el ejercicio de recordar que es justo y necesario que haya mujeres en las mesas redondas, en los programas de TV, en los simposios, en las fuentes consultadas para cualquier trabajo y en todos aquellos espacios que buscamos ofrecer como representativos de una totalidad.

Según un informe de CIPPEC, en el caso del Poder Ejecutivo, el total de la fuerza laboral está conformada de manera equilibrada: hay alrededor de un 50% de mujeres y un 50% de hombres. Sin embargo, a medida que se sube en la escala jerárquica, cada vez hay menos mujeres. Lo mismo ocurre con el Poder Judicial: muchas trabajan en el sistema pero pocas, muy pocas, llegan a los cargos de privilegio. En materia parlamentaria, en cambio, Argentina fue pionero en paridad. La ley 24012 que garantiza un 30% de las listas para las mujeres del Legislativo es de 1991. Pero sucede que lo que en ese momento fue pensado como una herramienta para romper el famoso techo de cristal y crecer en representatividad, terminó convirtiéndose en un techo de amianto, imposible de perforar.

Estar pero no tener poder de decisión es la diferencia entre lo que se denomina representación pasiva y representación activa de género, que es cuando efectivamente se abre la llave que convierte esa representación en algo bueno para las mujeres, como explica Lorena Moscovich, politóloga y docente de la Universidad de San Andrés. Simplificando: las mujeres están pero no mandan. “Esa foto”, dice Moscovich hablando de la imagen del CCK, “muestra que en representación pasiva estamos mal, o sea, no hay mujeres y que en cuanto al umbral en el que los temas de género pueden ser apropiados por las mujeres que toman decisiones, estamos atrasadísimos. Es un umbral que podemos atravesar más allá de que haya mujeres en el poder: Trudeau lo hizo”, explica Moscovich. Se refiere a la elección de un gabinete paritario por parte del primer ministro canadiense y a aquella respuesta que dio cuando le preguntaron por qué su gabinete tenía la mitad de ministros mujeres. “Porque estamos en 2015”, dijo Trudeau, sin tener que explicar lo obvio.

El ejemplo de Trudeau sirve para ejemplificar que determinados cambios solo llegan cuando se imponen por ley o por la decisión ejecutiva del que tiene el poder. Al día de hoy, en el Poder Ejecutivo (a diferencia de lo que ocurre en el Legislativo desde 1991) “siguen sin existir mecanismos de acción afirmativa para promover la incorporación de mujeres en puestos de decisión pública, tanto políticos (no electivos) como técnicos”, como explica a Infobae Agustina Valsangiacomo, coordinadora de Gestión Pública del CIPPEC.

Nadie dijo que era sencillo cambiar el molde con el que venimos programados desde siempre, pero corresponde hacerlo y no son solo los hombres quienes tienen que modificar este patrón de conducta. Son muchas las mujeres que siguen pensando que no es correcto reclamar una ley de paridad de género porque argumentan, igual que muchos hombres, que es antidemocrático y que a los cargos tienen que llegar los mejores, algo en lo que necesariamente coincidimos. Sin embargo olvidan que para llegar a los cargos antes hay una carrera y que la verdadera equidad exige ayudar con un banquito al que viene desde abajo para que puedan arrancar todos juntos en igualdad de condiciones. Son muchas también las mujeres que llegan a esos cargos efectivamente por su capacidad y porque seguramente en esa carrera dejaron jirones enteros de sus vidas, pero que cuando llegan ahí en lugar de convocar a más mujeres para que las acompañen en la patriada, eligen ser secundadas por hombres, como si eso fuera lo dado, lo natural. Si alguna vez ven imágenes de las reuniones de gabinete de la gobernadora Vidal entenderán de qué estoy hablando.

No pude evitar recordar un dato, algo que supe hace poco, cuando una amiga productora de cine me contó que en Hollywood, cada vez que en un guión aparece la palabra crowd –que quiere decir multitud-, hay un “consenso básico” y es que el casting estará conformado por un 83% de hombres y un 17% de mujeres, algo que viene ocurriendo desde 1946. Así es: nuestra cabeza está formateada para entender psicológicamente como paridad esa imagen en la que apenas un 17% de un total determinado son mujeres. Eso que se ve en la pantalla dominante es todavía la representación de lo que somos las mujeres, aunque por momentos a muchas nos parezca que recorrimos ya un largo camino.

Puede indignar, sí, puede enojar muchísimo. Pero básicamente es triste y es injusto: en la foto del CCK ni siquiera nos merecimos ser ese 17%.

Autor


Agustina Valsangiacomo

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