La presidencia del G20 es una posición privilegiada para discutir y elaborar respuestas a los dilemas de la gobernanza mundial

 

El 10 de diciembre, el Congreso de la Nación renovará parte de su composición. La mitad de los legisladores de la Cámara de Diputados (127) y un tercio de los del Senado (24) terminan su mandato. De ellos, solo unos pocos buscaron renovar su mandato como precandidatos (57 diputados y 14 senadores), volviendo a confirmar que la Argentina tiene una de las tasas de rotación de legisladores más altas de la región.

Las elecciones legislativas de octubre no solo pusieron en juego el futuro de la alianza oficialista Cambiemos de cara a las presidenciales 2019, sino también la correlación de fuerzas en el Congreso que primará en los próximos dos años. Nuevos diputados y senadores tendrán la responsabilidad de elaborar, debatir y sancionar leyes que no podrán escapar a la coyuntura: la lucha por el sillón de Rivadavia comenzará a perfilarse en julio de 2018.

Sabemos que 2018 albergará una agenda legislativa ambiciosa. En ella, hay tres temas que serán centrales para atacar los problemas estructurales de la Argentina: la reforma tributaria, el financiamiento de la política y la lucha contra la pobreza infantil.

Un juego de equilibrios: claves para la reforma tributaria. La presión tributaria aumentó 12,6 puntos desde 1998, ubicando a la Argentina en el podio de la presión tributaria en América latina.

Los pilares de este incremento podrían resumirse en tres cuestiones centrales: gasto público en niveles récords, presión tributaria alta con impuestos de baja calidad y severo desequilibrio fiscal, lo cual ha requerido alternativamente de financiamiento inflacionario mediante la emisión monetaria o el endeudamiento.

Una reforma gradual que baje la presión tributaria de forma coherente y progresiva es un desafío impostergable para que el país transite un nuevo sendero de crecimiento económico sostenido y mayor equidad. Para que la reforma sea exitosa, debe ser federal: la Nación y las provincias tienen que compartir los mismos objetivos al rebalancear la estructura tributaria.

El doble filo del dinero y la política. Los partidos necesitan recursos económicos para poder llevar a cabo sus actividades políticas y realizar campañas electorales. Pero el maridaje entre política y dinero es complejo. Por ejemplo, en los Estados Unidos el escándalo sobre la injerencia rusa en las elecciones presidenciales vía Facebook disparó un debate sobre la regulación de las campañas en Internet.

En la Argentina, la mayor parte del financiamiento de los partidos y las campañas circula por canales informales. Aun existiendo la posibilidad de realizar transacciones bancarias, casi la totalidad de los ingresos declarados durante las presidenciales de 2015 fueron en efectivo. Los controles son laxos y no hay sanciones efectivas por incumplimiento. Esta forma de pagar las campañas impide a los ciudadanos conocer los apoyos que tiene cada candidato, ampara a quienes buscan influencia a través del dinero, y expone a los partidos a la captura y a la penetración de dinero de origen ilícito.

Nos encontramos ante una nueva oportunidad de repensar cómo se financia la política en el país. Avanzar hacia un financiamiento más transparente, equitativo y eficiente no requiere tirar abajo el sistema actual; alcanza con implementar reformas que cambien estos incentivos. Por ejemplo, estableciendo un tope para los aportes en efectivo que pueden recibir las agrupaciones, permitiendo aportes de personas jurídicas y estableciendo sanciones efectivas.

La infantilización de la pobreza. Lo que ocurre en la infancia y en la adolescencia tiene fuertes implicancias sobre cómo se transita el resto de la vida.

Sin embargo, los ingresos per cápita son menores para las personas con hijos, y casi la mitad de los niños menores de 15 años en la Argentina viven en situación de pobreza (45,8 por ciento), superando ampliamente el 30,3 por ciento referido a la población general.

Revertir la infantilización de la pobreza es un desafío de alta complejidad.

Entre sus múltiples frentes, un eje fundamental es el de los cuidados. Hoy, en la Argentina solo uno de cada dos trabajadores puede ejercer su derecho a tomarse una licencia por maternidad o paternidad: son los que están en relación de dependencia. Entre ellos existe también una enorme heterogeneidad.

Esto afecta no solo el derecho de todas las personas a cuidar, sino también el de los recién nacidos a ser cuidados. Además, tenemos la licencia por paternidad más corta de toda la región.

El 2018 será un año repleto de primeras veces. Será la primera vez de muchos legisladores en el Congreso, será el primer año de un nuevo Congreso. Y también será la primera vez que nuestro país presida el G20. La Argentina se encontrará en una posición privilegiada para discutir y elaborar respuestas a los dilemas sobre el futuro de la gobernanza mundial en un contexto de extrema incertidumbre. Corolario: estaremos insertos en la política global al mismo tiempo que deberemos atacar los problemas estructurales del país.

Un enorme desafío y una mayor aún oportunidad.

Durante el G20 la Argentina tendrá el desafío de elaborar respuestas a los dilemas sobre el futuro de la gobernanza mundial mientras responde a los problemas estructurales del país.

Autor


Julia Pomares

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