Aprendizaje y Servicio: el conocimiento solidario

¿Cómo aplicar los conocimientos adquiridos en las aulas al servicio de necesidades concretas de la comunidad?

En Argentina la metodología pedagógica conocida como “aprendizaje-servicio” ha sido definida como “el servicio solidario desarrollado por los estudiantes, destinado a cubrir necesidades reales de una comunidad, planificado institucionalmente en forma integrada con el curriculum, en función del aprendizaje de los estudiantes” (Programa Nacional Escuela y Comunidad, 2001). Las actividades de servicio comunitario abordan una amplia gama de problemas sociales, que incluyen: el medio ambiente, la salud, la productividad, el emprendedorismo, la seguridad pública, las necesidades humanas, la alfabetización o la multiculturalidad .

A diferencia de las iniciativas solidarias asistemáticas y extracurriculares, está diseñado para que los estudiantes apliquen sus conocimientos académicos en distintos problemas sociales auténticos y, con frecuencia, complejos. De este modo, agrega al saber disciplinar el desarrollo de competencias tales como habilidades de liderazgo, capacidad de trabajo en equipo, entrenamiento en definir y resolver problemas, y la conciencia de la diversidad.

Las iniciativas solidarias sistemáticas, aún aquellas más efímeras, pueden generar algunos beneficios positivos para los estudiantes ya que: mejoran la oportunidad de aprendizaje, estimulan la formación de actitudes participativas y solidarias, permiten una temprana sensibilización hacia problemáticas sociales y ambientales, ofrecen un clima institucional abierto a las problemáticas sociales. Su énfasis en el servicio comunitario establece una dimensión cívica inherente que promueve la responsabilidad social y el civismo entre sus participantes (UNICEF-UNESCO-OECD, 2016).

¿Cómo funciona?

Este tipo de aprendizaje está resueltamente enfocado en la comunidad: comúnmente se lleva a cabo por medio de alianzas con otros miembros de la comunidad, y está diseñado teniendo en cuenta las necesidades de la comunidad.

Puede implementarse en diferentes disciplinas del currículo vigente de cualquier nivel del sistema realizando el trabajo que se propone desde la perspectiva de ese campo. Las experiencias se desarrollan durante tiempos escolares extendidos: un cuatrimestre, un año escolar o incluso durante más de un año, siendo la duración promedio de dos años escolares. Las acciones se integran al PEI de la escuela en forma de proyectos interdisciplinarios específicos que son llevados a cabo por uno o más docentes. Pueden participar unos pocos estudiantes o cursos, o toda la escuela; pueden ser promovidos y gestionados por iniciativa personal de un docente, de un grupo de estudiantes o por la dirección de la escuela. La actividad es generalmente voluntaria, y no se evalúa formalmente la participación de los estudiantes, aunque existen regulaciones para entregar certificaciones.

Referencias

El aprendizaje-servicio como estrategia de enseñanza puede mejorar las metas de otros programas educativos, incluyendo la educación en valores, las campañas de salud, las iniciativas de prevención de abuso de drogas, así como las actividades de desarrollo de liderazgo en los jóvenes.

Fuentes
TAPIA, María Nieves (2002). El aprendizaje-servicio en América Latina. EN: CLAYSS. Centro Latinoamericano de Aprendizaje y Servicio Solidario. Aprender sirve, servir enseña. Buenos Aires, 2002. Recuperado de: http://www.clayss.org/06_investigacion/descargas/CLAYSS_Investigacion.pdf UNICEF-UNESCO-OECD. (2016). La naturaleza del aprendizaje: usando la investigación para inspirar la práctica, Cap. 10: La comunidad como recurso para el aprendizaje: análisis del aprendizaje-servicio académico en la educación primaria y secundaria. Recuperado de: http://www.unicef.org/lac/20160505_UNICEF_UNESCO_OECD_Naturaleza_Aprendizaje_.pdf
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