Maker spaces en la escuela: la recuperación del aprender haciendo

Los “espacios del hacer” son creados para la experimentación de proyectos interdisciplinarios promovidos por los docentes y los mismos grupos de estudiantes.

Los maker spaces o labs son espacios específicos en el ámbito de las escuelas en los que de modo explícito se “hace”. En algunos casos recientes estos espacios se construyen a tal efecto o emergen como producto del rediseño del espacio donde espacios existentes deciden dedicarse a otro fin. Se trata de espacios que están dotados con una infraestructura que inspira y sostiene el hacer, desde herramientas sencillas y diversas como martillos, sierras o pinturas hasta desarrollos tecnológicos más sofisticados como impresoras 3D, entre otros. En cualquier caso, su identidad es completamente diferente de la del laboratorio de computación o informática.

La construcción que tiene lugar en un maker space genera condiciones para la colaboración y el intercambio entre pares y está orientada por la búsqueda de ideas originales y nuevos modos de aprender. Allí es posible construir un prototipo a partir del cual se ensaya, se prueba y se reconstruye hasta llegar a versiones mejoradas o perfeccionadas, desplegándose posibilidades ricas en términos del aprendizaje individual y grupal.

Los maker spaces no son un espacio relajado donde se supera un modelo transmisivo centrado en la explicación del docente. La práctica que tiene lugar en ese espacio diferencial puede ocupar un lugar central a la hora de estructurar la propuesta didáctica de las diferentes disciplinas y ofrecer un marco excepcional para la articulación de contenidos de diferentes campos. Es decir, si lo que se construye en el maker space se reconstruye conceptualmente en el aula, puede dar lugar a la creación de condiciones para una comprensión más profunda.

¿Cómo funciona?

Dependiendo de la configuración que se decida, idealmente el maker space deberá contar con uno o más especialistas que acompañen tanto su creación como su implementación, de carácter permanente o temporario y de dedicación total o parcial.

Los proyectos pueden ser definidos por la institución, las áreas disciplinares y los propios grupos de estudiantes e integrar contenidos curriculares con habilidades creativas, metacognitivas, de diseño, entre otras. Suelen ser propuestas que vinculan docentes de áreas diversas con expertos en tecnologías que brindan orientaciones en la búsqueda de modos alternativos de educar según la diversidad de los grupos de estudiantes.

Referencias

La relevancia que los maker spaces cobran en la década de 2010 puede entenderse en el marco más amplio del denominado “movimiento maker” (Anderson, 2013) inspirado en la “cultura hacker” (Muro, 2015) y en la recuperación de la filosofía del “hágalo usted mismo” en Europa. Algunos referentes son el medialab del MIT o los FabLearn Labs de la Universidad de Stanford y otros en América Latina como el medialab de Medialab de EAFIT en Colombia. En Argentina, el Programa Conectar Igualdad creó el ConectarLab en 2012. Un caso que consideramos destacado es el del colegio Maguen David de la Ciudad de México.

Fuentes
Anderson, C. (2013) Makers. La nueva revolución industrial. Barcelona: Empresa Activa. Blikstein, P. (2013). “Digital Fabrication and ’Making’ in Education: The Democratization of Invention”. En J. Walter-Herrmann y C. Büching. Eds. FabLabs: Of Machines, Makers and Inventors. Bielefeld: Transcript Publishers. Dewey, J. (1989) The School and Society. Chicago: University of Chicago Press. INET (2009) “Notas sobre los propósitos formativos, contenidos de enseñanza y espacios de aprendizaje en la modalidad técnico profesional”. Buenos Aires. Muro, V. (2015) “Perspectivas y desafíos para la I3D. Makerspaces como espacios informales para el desarrollo de habilidades”. En: Boletín Informativo Nº 264. Septiembre. Buenos Aires: INTI Diseño Industrial. Sennet, R. (2008) El artesano. Barcelona: Anagrama.
Visitar el sitio

    Recibí novedades