Mejorar las condiciones de actividad y empleo es uno de los retos más desafiantes a los que se enfrenta Argentina para reducir la pobreza. Para avanzar en este sendero, la estabilidad macroeconómica es una condición necesaria pero no suficiente. Atender a los problemas de cada realidad requiere respuestas diversas pero coordinadas, que actúen sobre las distintas barreras a la inserción laboral y la formalización de distintos grupos poblacionales con foco en aquellos que presentan mayores barreras en el acceso al mercado de trabajo, entre los cuales se encuentran particularmente los y las jóvenes.
En el tercer trimestre de 2022, la tasa de desocupación era tres veces mayor en jóvenes (21,2%) que en el promedio poblacional (7,1%) y alcanzaba un 22,5% en el caso de las mujeres de entre 18 y 24 años. A su vez, entre los/as jóvenes que estaban empleados/as en el mercado laboral, la informalidad ascendía a un 68,3%, más de 30 puntos porcentuales por encima del promedio (37,4%). Esta situación fue aún más crítica durante la pandemia, cuando las cifras de empleo en los y las jóvenes mostraron caídas de hasta 34% y una recuperación más lenta que el resto.
Son varias las razones que explican esta situación. Por un lado, están las dificultades asociadas a las trayectorias educativas: sólo dos de cada diez estudiantes que ingresan al nivel primario llegan al último año de la secundaria en el tiempo teórico esperado y con aprendizajes satisfactorios en Lengua y Matemática. En segundo lugar, existe un déficit vinculado a las habilidades blandas, que tienen que ver con la capacidad de los y las jóvenes para manejarse en un puesto laboral: la constancia, la presencia, la formación, entre otras cualidades. Para abordar estos obstáculos es fundamental que los y las jóvenes cuenten con experiencias formativas en puestos de trabajo y con acceso al primer empleo, lo que a su vez requiere acordar mecanismos para la formación y la contratación de jóvenes. En paralelo, lograr una mejora en este aspecto requiere de un sistema educativo que dote a las juventudes de las capacidades y saberes que faciliten su transición al mundo del trabajo.
Frente a esta situación, desde CIPPEC consideramos que es necesario impulsar un proyecto de Ley de Empleo Joven que contenga los incentivos suficientes para fomentar la contratación de jóvenes en empleos formales privados. Tales incentivos deben surgir del consenso de actores clave, como son el sector empresarial, los sindicatos y los partidos políticos. Un acuerdo tripartito puede garantizar que los incentivos logren el objetivo sin afectar los derechos de los trabajadores y las trabajadoras.
Existen antecedentes internacionales que presentan una batería de acciones, como pueden ser: subsidios al salario, reducciones de contribuciones patronales, contratos de formación, etc. Asimismo, Argentina tiene en su haber una serie de anteproyectos de empleo joven que nunca llegaron a puerto. En el esquema propuesto por CIPPEC, el formato y tipo de incentivos que se ajuste mejor a la realidad social y política argentina surgirá del debate y consenso entre las partes, lo que aumentará la factibilidad de su potencial implementación.