El corazón del sistema educativo: políticas para fortalecer la profesión docente


Publicado el 10 de septiembre de 2025

Fortalecer la docencia es indispensable para la mejora educativa. La evidencia sobre el impacto de la enseñanza en la calidad del aprendizaje es abrumadora. Países y estados subnacionales que han logrado mejoras sistémicas y sostenidas en los aprendizajes han apostado por reconocer el valor social de la docencia y mejorar las condiciones de trabajo, la formación, la carrera y el desarrollo profesional de los docentes. Hoy Argentina enfrenta serios desafíos en materia educativa: apenas el 13% de los estudiantes llega al último año de la educación secundaria en la edad teórica con los aprendizajes esperados de lengua y matemática. Como lo muestran las evaluaciones nacionales e internacionales, las dificultades en los aprendizajes comienzan en el nivel primario. Este diagnóstico crítico es un obstáculo para el desarrollo de las personas y un punto de partida adverso para proyectar un país desarrollado, justo y próspero. Lo cierto es que las mejoras educativas necesarias soólo podrán encararse fortaleciendo a los docentes, quienes día a día les dan vida a las aulas.    

Este documento es una invitación para abrir una discusión sistemática sobre la cuestión docente. Como cualquier mejora, debe construirse sobre lo existente y partir del contexto actual. La primera sección presenta un diagnóstico sobre el estado de la docencia en sus dimensiones clave: condiciones laborales, formación inicial, formación continua y carrera profesional.   

La docencia es el corazón del sistema educativo, pero hoy está en jaque en buena parte del mundo. Las crecientes desigualdades sociales y el avance de la pobreza infantil, el cuestionamiento de las instituciones, la seducción de las pantallas y la inteligencia artificial, la violencia y discursos de odio, los trastornos psíquicos en aumento combinados con condiciones laborales insuficientes impactan directamente sobre la profesión docente. Síntoma de ello es que a nivel global la tasa de abandono de la profesión casi se duplicó en los docentes de primaria entre 2015 y 2022.  

Esta realidad también se manifiesta en el plantel de aproximadamente 1.200.000 docentes que hay en Argentina. Un componente fundamental del trabajo docente como es el salario hoy tiene un valor real inferior al de 2005, año de la sanción de la Ley de Financiamiento Educativo, donde se promovía, entre otras cosas, su recomposición. La comparación internacional y con otras profesiones muestra que los docentes argentinos están en una posición de desventajasaventajada, lo cual refleja el débil estatus social de la profesión. Además de la fragilidad salarial, el ejercicio de la docencia se desarrolla en escuelas con déficit de infraestructura, escaso margen para la colaboración entre pares, un clima de trabajo problemático y escenarios de violencia y el trabajo en múltiples escuelas (sobre todo en el nivel secundario). Todo esto impacta en la vida cotidiana de las aulas, donde los docentes deben lidiar con demandas sociales crecientes que exceden su rol pedagógico.   

La formación inicial es un pilar irremplazable en el desarrollo de conocimientos, capacidades y disposiciones esenciales del trabajo docente. Las más de 1300 instituciones que dictan formación docente configuran un sistema sobredimensionado y fragmentado, con importantes desafíos de coordinación, planeamiento, eficiencia y eficacia. Por un lado, el 55% de los estudiantes abandonan la carrera en su primer año y 4 de cada 10 estudiantes del último año tienen dificultades de comprensión lectora lo cual refleja desafíos en el rendimiento del sistema. Por otra parte, la ausencia de una planificación ajustada a las necesidades de la educación obligatoria se observa tanto en la cantidad y distribución de instituciones, como en las ofertas que brindan los profesorados registrando superposiciones en algunas carreras y vacancias en otras. Los diseños curriculares, modelos de formación y peso de las prácticas profesionales difieren mucho entre las instituciones universitarias y los institutos de formación docente sin que hayan podido establecerse denominadores comunes y articulaciones en beneficio de la calidad, la pertinencia y homologación mínima de las carreras. A su vez, el Estado Nacional, a través del Instituto Nacional de Formación Docente no ha logrado desarrollar mecanismos eficaces para mejorar el planeamiento y la calidad del sistema formador mediante la evaluación y acreditación.  

 La formación continua, fundamental para el desarrollo profesional docente, presenta una gran dispersión y heterogeneidad. En las provincias, la oferta de formación continua es dictada por los ministerios de educación junto a una gran variedad de instituciones y no cuenta con sistemas robustos para evaluar y acreditar la calidad de las propuestas ofrecidas por agentes externos, lo que dificulta garantizar su alineación con las prioridades educativas y un impacto real en la enseñanza y el aprendizaje. De esta forma, se configura un mercado de ofertas dispersas, discontinuas, de calidad y pertinencia heterogénea, enmarcadas en el sistema de puntaje que estructura la carrera docente. Iniciativas de formación situada especialmente valoradas por los docentes han tenido un impacto limitado por la discontinuidad de las políticas y por la falta de tiempo disponible para capacitarse.   

La carrera docente en Argentina ofrece limitadas oportunidades para el desarrollo profesional. Las reglas que rigen el ingreso y ascenso no reflejan criterios de equidad o mejora educativa. Por un lado, el ingreso generalizado a través de suplencias genera que, durante los primeros años de ejercicio profesional, cruciales en términos de inserción y formación, predomine la inestabilidad y el cambio constante de escuela y de equipo de trabajo. En nuestro país, la carrera docente se encuadra en el modelo de carreras de “primera generación”, donde priman los criterios de antigüedad y acumulación de certificación para el ascenso, que se realiza de forma vertical a cargos de dirección y supervisión, sin alternativas de ascenso horizontal.   

La sección final presenta lineamientos de política educativa como base para una discusión más amplia, urgente y prioritaria. Parte de la visión de que se requieren cambios estructurales en las distintas dimensiones de las políticas para la docencia, los cuales exigirán acuerdos, eficiencia presupuestaria, capacidades técnicas y tiempo. En ese sentido, propone:

1) Robustecer la gobernanza del sistema formador a través de sistemas de información, evaluación, acreditación, apoyo técnico sistemático y articulación integrados para toda la educación superior;

2) Reorganizar el sistema formador según criterios de eficiencia, eficacia y pertinencia;

3) Mejorar la calidad de la formación inicial en la dimensión pedagógica: currículum, preparación de los formadores y evaluación de estudiantes;

4) Promover el diseño de una carrera que ofrezca marcos de referencia que orienten la práctica y promueva mayores oportunidades de desarrollo profesional;

5) Fortalecer las condiciones laborales y el bienestar docente a partir de mejoras salariales y ambientes propicios para la enseñanza que permitan concentrar la función docente en tareas pedagógicas;

6) Recuperar el prestigio y reconstruir la autoridad pedagógica de los docentes a partir de un nuevo contrato social que ponga en valor la profesión docente.  

Estos lineamientos constituyen un aporte de CIPPEC en la construcción necesaria de un acuerdo para fortalecer la profesión docente El camino seguramente sea largo y sinuoso, pero es preciso iniciar la marcha ahora. Fortalecer la docencia no es tarea de un gobierno, ni de un sector, sino de un esfuerzo colectivo que involucre a autoridades políticas, docentes, estudiantes y a la sociedad en su conjunto.