Tres razones para ampliar el régimen de licencias

En la Argentina solo el 50,4% de las trabajadoras y el 49% de los trabajadores están cubiertos por las licencias familiares. Así, los niños y niñas de la Argentina reciben, desde su primera infancia, un trato discriminatorio según la inserción de sus padres en el mercado laboral. Esta inequidad de origen incide en todo el ciclo de vida de la persona, porque afecta su desarrollo (básico y superior).

Las licencias maternales, paternales y familiares forman parte del conjunto de derechos que tienen los trabajadores y trabajadoras en la Argentina, y deben garantizar el derecho de todos los niños y niñas de estar acompañados por su madre y padre en distintos momentos de su vida.

Las licencias por maternidad se otorgan a la madre inmediatamente antes y después del nacimiento del niño/a o de su adopción, y las licencias por paternidad son el equivalente otorgado al padre. Por su parte, las licencias familiares (también denominadas “parentales” o “de crianza”) se otorgan para el cuidado de niños/as a continuación de las licencia por maternidad y paternidad, o en cualquier momento posterior hasta que el niño/a cumpla determinada edad.

Estos tres tipos de licencias resultan fundamentales por tres razones.

  1. Por su potencial contribución al desarrollo infantil. Está demostrado que la estimulación temprana (sobre todo durante el primer año de vida) contribuye a generar más conexiones neuronales y un mayor desarrollo de las funciones básicas y de las funciones cognitivas y superiores de los niños, además de que produce un mayor retorno de la inversión en capital humano. Más aún, si esta estimulación recae sobre un referente afectivo estable, tiende a producir mayores beneficios que si recae sobre terceros.
    Esta es la primera razón que justifica la innegable importancia de contar con amplias licencias por maternidad, paternidad y familiares. Las políticas de primera infancia son la mejor inversión que puede hacer una sociedad.
  1. Por su sentido de equidad. Las licencias pueden contribuir a revertir la importante discriminación por género que persiste en el mercado laboral y se evidencia tanto en la obtención de los puestos de trabajo como en las posteriores remuneraciones. Esto es especialmente cierto en las mujeres de sectores populares, ya que tienen más hijos y lo hacen más temprano, no poseen los medios para comprar servicios de cuidado en el mercado, y sus salarios son inferiores. En estos casos, la elección entre el trabajo remunerado y el cuidado se resuelve saliendo del mercado laboral o afectando la calidad del cuidado. Parte de esta discriminación se explica por el hecho que las mujeres tienden a resultar más “costosas” a los empleadores por tener licencias de maternidad más largas que los varones.
    Esta situación se ve también agravada por la intermitencia e inactividad laboral a la que se ven obligadas las mujeres para conciliar las responsabilidades laborales y familiares. Tender a una mayor igualación de las licencias por maternidad y paternidad y extender las licencias familiares podría contribuir a reducir esta brecha por género que afecta al mercado laboral argentino.
  1. Porque permiten una mejor conciliación de la vida productiva con la reproductiva. Las economías de la producción y la reproducción requieren una mejor articulación, que debe fundarse en la concepción de la maternidad y la paternidad como una de las principales funciones que se puede ejercer en pos de una sociedad más productiva. Esta conciliación fue (y sigue siendo) una importante deuda pendiente de la Argentina, al igual que en muchos otros países de la región y del mundo. Se sigue cargando a las mujeres la tarea del cuidado y la crianza de los hijos/as sin la posibilidad de una más justa distribución de estas tareas entre varones y mujeres al interior de los hogares, como propone el concepto de la corresponsabilidad.
    Esta tensión abate la vida de todos en el interior del hogar, especialmente en los hogares más pobres; fundamentalmente afecta a las mujeres, pero también impacta sobre los varones y los hijos/as. Las políticas que permiten una mejor conciliación entre los ámbitos productivos y reproductivos tienen el potencial de generar una mayor equidad de género, aumentar la oferta laboral agregada, sostener las tasas de fecundidad, disminuir la pobreza y contribuir al desarrollo infantil.

La aprobación de una norma que integre este conjunto de derechos en un único instrumento legal significará un gran avance en términos de la protección de los trabajadores/as, la equidad de género y la protección integral de derechos de niños, niñas y adolescentes. Una ley que amplíe y equipare pisos de derecho en las licencias por maternidad, paternidad y familiares es fundamental para contribuir al logro de los derechos de los niños y niñas de nuestro país y a la disminución de la desigualdad de clase y de género.

Resiliencia urbana: Diálogos institucionales

En esta primera publicación sobre Resiliencia urbana nos proponemos difundir las principales lecciones de un año de arduo trabajo de aprendizaje entre pares, con actores institucionales relevantes de nuestra sociedad. Agradezco al Consejo de Administración de CIPPEC, a la Dirección Ejecutiva, a las Instituciones que nos acompañaron y a quienes participaron de las reuniones. Con su apoyo permitieron que la apuesta por la construcción colaborativa de propuestas de política pública encuentre los espacios de debate y desarrollo necesarios para incidir en la construcción de ciudades más resilientes. Desde el Programa de Ciudades continuaremos trabajando para lograrlo.

Hábitat: Diálogos institucionales

En esta primera publicación sobre Hábitat nos proponemos difundir las principales lecciones aprendidas durante un año de arduo trabajo entre pares y de la experiencia en Quito, que nos tuvo como protagonistas de la Conferencia de ONU Hábitat. Agradezco al Consejo de Administración de CIPPEC, a la Dirección Ejecutiva, a las Instituciones que nos acompañaron y a quienes participaron de las reuniones. Con su apoyo permitieron que la apuesta por la construcción colaborativa de propuestas de política pública encuentre los espacios de debate y desarrollo necesarios para incidir en la construcción de ciudades más equitativas. Desde el Programa de Ciudades continuaremos trabajando para lograrlo.

Ciudad inteligente: Diálogos institucionales

En esta primera publicación sobre Ciudad Inteligente nos proponemos difundir las principales lecciones de un año de arduo trabajo de aprendizaje entre pares, con actores públicos y privados. Agradezco al Consejo de Administración de CIPPEC, a la Dirección Ejecutiva, a las Instituciones que nos acompañaron y a quienes participaron de las reuniones. Con su apoyo permitieron que la apuesta por la construcción colaborativa de propuestas de política pública para una metrópolis AMBA inteligente encuentre los espacios de debate y desarrollo necesarios para la incidencia. Desde el Programa de Ciudades continuaremos trabajando los próximos años para lograrlo.

Argentina y la economía mundial: el objetivo de reinsertarnos en el mundo enfrenta vientos de frente por el retroceso de la globalización

La economía mundial no se recuperó de la crisis del 2008. Evitó el colapso financiero pero entró en una dinámica caracterizada por un crecimiento raquítico, donde el modesto repunte de Estados Unidos y el algo más sano desempeño doméstico de Alemania (que por contrapartida contribuye a mantener deprimida al resto de Europa) no alcanzan a reavivar la economía mundial, a punto tal que economistas del prestigio de L. Summers, P. Krugman o J. Stiglitz entre otros, ya hablan de una nueva normalidad donde se vislumbra un proceso global de estancamiento secular (secular stagnation)
La locomotora china también viene desacelerándose fuerte por el enfriamiento de la economía mundial que frena sus exportaciones y las dificultades que enfrenta el “rebalanceo” de su economía, que no logra hacer despegar el consumo interno.
La evolución del comercio mundial (medido por la variación de las importaciones totales), experimenta un comportamiento bien diferente. Durante el primer quinquenio del nuevo siglo su crecimiento alcanzó 11,2% promedio (cerca del doble del de los 80s y 2/3 por encima del de los 90s), triplicando prácticamente el del PIB mundial de ese mismo quinquenio y poniendo de manifiesto el acelerado proceso de integración que estaba experimentando la economía mundial. La expansión del comercio, por otra parte, abarcó tanto al mundo desarrollado (donde el crecimiento promedio fue de 10%) como a los países en desarrollo (13,6%). A partir de 2006, en cambio, el comercio mundial se desplomó (tanto en el caso de los desarrollados como de los en desarrollo) y en los años que van de 2012 a 2015 su crecimiento apenas superó 3% (unatasa inferior al 25% de la del período 2000-2005) como resultado de una drástica esaceleración a 2,6% en los países desarrollados y a 4%, igualmente dramática, en el mundo en desarrollo.