Todavía no sabemos en qué régimen de inflación estamos

Es claro que la economía argentina tiene una tendencia al déficit de cuenta corriente, es decir que la economía como un todo gasta más de lo que produce”, dice Martín Rappetti, que a los 43 años es el director de Desarrollo Económico del Cippec, quizás el mayor centro de estudios de la Argentina, que el pasado lunes 15 de abril convocó a buena parte del establishment, incluido el presidente Mauricio Macri, en su cena anual de recaudación de fondos. Allí, la directora ejecutiva, Julia Pomares, llamó a la sociedad a comprometerse en metas para contrarrestar lo que Rappetti llama la “trampa del crecimiento interrumpido” y que en su origen, dice, tiene un conflicto estructural “entre las capacidades productivas de la economía y las demandas sociales”, según dijo en diálogo con PERFIL.

Además, advirtió que si pasa el 60%, el costo de vida puede requerir una reacción más de shock, pero que aún no se sabe en qué régimen inflacionario se está acomodando el país.

—¿Y por qué se da esa tensión en la Argentina?
—Es muy difícil de responder. Mi impresión es que es un rasgo medio idiosincrático de la Argentina. Hay un elemento de que fuimos bastante ricos en el comienzo; somos una sociedad de inmigrantes europeos con estándares de equidad distintos de otros países de América Latina. Pero son conjeturas.

—¿Cómo separar ese diagnóstico de una explicación que usa el Gobierno en la grieta?
—Hoy el Gobierno explota esto electoralmente, lo exacerba con la grieta, pero cuando empezó a hacer política económica no siento que tuviera este diagnóstico. Era muy difícil imaginar que podías corregir tarifas o tipo de cambio y que la economía creciera y que la inflación no se acelerara. La salida de este problema es con un mecanismo de consenso. Tenemos un conflicto distributivo. Una sociedad que  clama por un bienestar que la economía no puede responder. No se pueden moderar las demandas a fuerza de golpes. Tampoco podés esperar con estos desequilibrios que venga una lluvia de dólares y te financien esas demandas. Tenés que encontrar un equilibrio para hacerlo.

—Tal vez parte de la sociedad podría creer que la economía no satisface las demandas porque un grupo se está llevando más que otro.
—Tenemos que coincidir en un diagnóstico. Creo que hay elementos para coincidir en ese diagnóstico. No me da la impresión de que empresarios y líderes sindicales tengan un diagnóstico muy distinto.

—¿Resolver la inflación cuánto tiempo puede llevar?
—La experiencia muestra que la inflación que tenías hasta antes de 2018, de 25 a 30%, es una inflación que tarda en bajar. Todavía no sabemos en qué régimen inflacionario estamos.

—¿Por qué?
—Ahora estamos  en 50 y pico pero el Gobierno cree que va a bajar. Si volvemos al 2% mensual volvemos a tasas del pasado. Tampoco sabemos si va a haber otro coletazo cambiario. No sé qué régimen de inflación va a heredar la próxima administración. Si tiene un régimen más alto, ahí necesitás un plan de estabilización más cercano a un shock.

—¿Cómo se resuelve?
—Lo que hemos aprendido los economistas argentinos es que eso no lo conseguís solo con política monetaria, necesitás política de ingresos y ahí  aparecen los acuerdos de precios y salarios. Y lo otro central es que no podés bajar la inflación con flotación pura del tipo de cambio como ahora. El régimen cambiario va a tener que cambiar. Y, aunque es difícil, es central poner a la economía a crecer.

—¿Cuántas reformas hacen falta para crecer?
—No hay duda de que tenés una carga tributaria muy pesada y que requiere correcciones. La seguridad social requiere una redefinición. El tema es cómo hacés la secuencia de reformas. Con la inflación similar pre 2018, creo que tenés margen para crecer y el crecimiento te va a facilitar estas reformas. Si la inflación está al 60%, tenés que  empezar estabilizando precios, pero con una inflación de 30 y pico, la economía puede crecer y el crecimiento ayuda a desinflar.

—¿Sería la revancha del gradualismo de 2016?
—Es que eso se hizo con muchas correcciones que eran impulsos recesivos que ya no tenés que hacer, y se hizo con una política errada en lo cambiario, porque lo hicieron haciendo más vulnerable a la economía frente al contexto internacional, y quitándole incentivos a todo lo que tenés que expandir, que son los bienes transables. En el corto plazo, tenés un montón de capacidad ociosa que la podés poner a andar.

—¿Cuánto puede condicionar este camino estar atados al FMI? Porque acuerdos de precios y flotación administrada no son ADN del Fondo.
—Tenés que convencerlos de que esto es lo  mejor. Hay muchas experiencias para mostrar que no podés bajar la inflación como la nuestra en poco tiempo. Que en una economía bimonetaria como la nuestra la estabilidad depende de que manejes el tipo de cambio. La mayoría de los economistas de mi generación no conocieron la inflación, entonces decían “con política monetaria ya está”.

—¿Cuán libre se puede dejar a los argentinos para comprar dólares?
—Perú ha logrado desdolarizar su economía un montón, producto de que estabilizó y tiene una gran intervención en el mercado de cambios. Tiene una flotación pero sin intervenciones bruscas. La Argentina podría ir a una desdolarización a la peruana.

—¿Cuál es el balance de la gestión económica de Macri?
—Este gobierno hizo cosas positivas en materia económica. La corrección de las tarifas, aunque podemos discutir la sensibilidad, fue un ajuste necesario. Salir del cepo y corregir el tipo de cambio, era necesario. No concuerdo con la flotación no administrada. Se equivocó en proponerse una desaceleración de inflación que no iba a cumplir. Se equivocó en financiarse tanto con financiamiento en dólares. Y los mercados fueron miopes, porque se empacharon de deuda argentina y después dijeron “es demasiado”. Hubo una corrección del gasto primario. El Gobierno no fue justo con la industria. Tuvo un discurso  innecesariamente antiindustria. El estímulo de Vaca Muerta estuvo bien. Tuvo luces y sombras. Pero el principal error fue de diagnóstico inicial. Es más válido tener optimismo gradualista ahora, con las correcciones hechas.

—¿Y en el balance cómo pesan las consecuencias sociales?
—Si vos llevás a la economía a una situación de mucho endeudamiento externo, tipo de cambio muy apreciado y un déficit de cuenta corriente muy fuerte, vos jugás muy sobre el filo de que un cambio en las condiciones de financiamiento internacional se den vuelta y te lleven a esta situación de aceleración inflacionaria, recesión, aumento de la pobreza y del desempleo.

Autor


Martín Rapetti

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