Publicado el 13 de septiembre de 2025 en La Nación
Argentina lleva más de una década sin crear empleo formal. El PBI per cápita de hoy es similar al de mediados de los años 80. Estos datos hablan por sí solos: nuestro país no logra encadenar ciclos de crecimiento sostenido. Aun cuando hubo períodos de expansión, rápidamente fueron seguidos por crisis que nos devolvieron al punto de partida.
La pregunta ya no puede ser cómo crecer en 2026, sino cómo asegurar que en 2050 la Argentina sea el mejor país posible para vivir y desarrollarse. Desde Cippec creemos que es necesario pensar en tres claves de cara a ese desafío.
En primer lugar, para volver a crecer necesitamos remover trabas de fondo. Tres grandes reformas -la fiscal, la laboral y la previsional- son ineludibles si queremos estabilidad y sustentabilidad en el largo plazo. No se trata de debates tabú, sino de discusiones necesarias.
Junto con esas reformas, hay también condiciones habilitantes que ningún país puede descuidar: infraestructura adecuada, capital humano y un sistema científico y tecnológico que sea motor de innovación y productividad. Sin estas bases, no hay desarrollo duradero.
En segundo lugar, es necesario reconocer que la Argentina es un país diverso y heterogéneo en su matriz productiva. No existe una sola receta nacional: lo que funciona en Córdoba no necesariamente sirve en la Patagonia o en el Noroeste. Por eso, el desarrollo debe construirse de abajo hacia arriba, escuchando y articulando con cada territorio y sector.
En ese camino, es clave reconocer cuáles son los sectores productivos que hoy tienen mayor potencialidad de crecer y qué miradas estratégicas necesitamos para que puedan desplegarse plenamente, aprovechando las oportunidades que el mundo nos ofrece y la riqueza de nuestro territorio. Sin embargo, también es necesario sincerar que muchos de estos sectores -como los vinculados a recursos naturales- no son grandes generadores de empleo masivo. Por eso, cualquier estrategia de desarrollo debe colocar en el centro la creación de puestos de trabajo de calidad y diseñar encadenamientos productivos que multipliquen los beneficios de la estabilidad macroeconómica y de un eventual crecimiento para que alcancen a toda la sociedad. Este no es solo un imperativo moral sino que también hace a la sostenibilidad misma de una estrategia.
En este marco, el 23 de septiembre, en Córdoba, impulsaremos el primer Diálogo Federal sobre formación, producción y empleo. Será un espacio de conversación con representantes del sector público, privado, académico y de la sociedad civil para avanzar en una agenda compartida de desarrollo. Y será el primero de muchos encuentros regionales que nos permitan consolidar consensos federales para una estrategia de crecimiento.
En tercer lugar: la democracia argentina se ha caracterizado, con razón, por la alternancia en el poder. Pero esas alternancias vinieron acompañadas de bruscos cambios de rumbo: el famoso péndulo. Si queremos crecer sostenidamente, necesitamos construir consensos que trasciendan gobiernos y coyunturas.
La oportunidad está frente a nosotros. Si queremos que la Argentina del 2050 sea un país que crezca de manera sostenida, debemos animarnos a trazar una estrategia común que se construya federalmente, con la participación de los protagonistas de cada territorio y de cada sector productivo, y basada en evidencia rigurosa. Solo así podremos transformar nuestra diversidad en fortaleza y nuestras riquezas en bienestar. La tarea exige grandeza y acuerdos, pero también la convicción de que el futuro no se improvisa: se construye colectivamente, paso a paso, desde hoy.