Publicado el 8 de agosto de 2025
Hoy despedimos con profunda tristeza a Carlos Acuña, un referente ineludible de las ciencias sociales en Argentina y en la región, un académico brillante y un amigo entrañable de CIPPEC.
Carlos fue un maestro en el sentido más amplio: un investigador riguroso, un analista agudo de las instituciones y las políticas públicas, y, sobre todo, un formador generoso. Decenas de personas que hoy ocupan lugares clave en la investigación académica, en la gestión pública y en el diseño de políticas en Argentina y América Latina fueron influenciadas por sus ideas, su mirada crítica y su capacidad para transmitir conocimiento con pasión y claridad.
En CIPPEC lo sentimos parte de nuestra familia. Su aporte como investigador en distintas etapas de nuestra historia institucional, el vínculo cercano que mantuvo con nuestro equipo, y hasta la presencia de su hija como parte de nuestro staff, construyeron un lazo que trascendía lo profesional. Con nosotros debatió, nos desafió intelectualmente y nos enseñó a pensar más allá de lo evidente.
En mi caso, Gala, tuve el privilegio de contar con su confianza y su guía desde mis primeros pasos en el campo de las políticas públicas. Carlos supo ver en mí cosas que yo misma todavía no veía, y me acompañó con generosidad y afecto. Recuerdo sus palabras escritas hace años, cuando describía con precisión mi compromiso, mis desafíos y mis fortalezas. Atesoro ese gesto como un ejemplo más de su capacidad para reconocer y potenciar a quienes lo rodeaban.
En mi caso, Fabián, fue quien me abrió las puertas cuando regresé de estudiar en el exterior. Desde entonces, junto a otro querido maestro (él sabe bien a quien me refiero), se transformó en mi guía en la hermosa y permanente tarea de intentar que el mucho o poco saber que uno pudiese aportar, estuviese al servicio de buenas causas, de políticas públicas enfocadas en la dignidad de las personas y la calidad de la acción estatal. Compartimos muchas aventuras laborales, algunas de ellas en el propio marco de CIPPEC. Y en cada una de ellas seguí aprendiendo, no solo a ser mejor profesional sino, por sobre todo, mejor persona.
Carlos nos deja un legado intelectual y humano inmenso. Su ausencia duele, pero su obra y sus enseñanzas seguirán acompañándonos en el trabajo cotidiano por un país más justo, democrático e inclusivo.
Hasta siempre, Carlos.