En diálogo con El Economista, Ricardo Carciofi, investigador principal de Desarrollo Económico de Cippec, analiza el trade-off entre las restricciones sanitarias y los efectos económicos, las medidas adoptadas por el Gobierno en Argentina y el mundo que dejará el Covid-19.
Con el mundo en cuarentena, empiezan a verse los efectos sobre la curva epidemiológica, por un lado y sobre la economía, por el otro. Ayer, por ejemplo, se conoció el dato de pedido de seguros de desempleo en EE.UU. Más de 3 millones en una semana. Es insostenible eso y no faltan quienes argumentan que el remedio puede ser peor que la enfermedad. Antes de entrar en Argentina, aunque aquí también existe esa polaridad entre “salud” y “economía”, ¿qué piensa usted de ese debate? ¿Hay que darlo?
El debate está planteado, especialmente en aquellos países que están en el centro de la crisis, y es muy posible que vaya cobrando mayor importancia aquí conforme la epidemia cobre ímpetu. O sea, que será imposible eludir la cuestión. El tema está instalado desde el comienzo de la pandemia cuando el brote impactó sobre China. Varios se preguntaban si el remedio que aplicaron en Wuhan era viable en otras partes y en Occidente en particular. El caso británico es ilustrativo. El enfoque inicial era de “contagio controlado” porque de partida se sabía sobre las consecuencias económicas de la cuarentena. De otro lado, la experiencia coreana ilustra sobre la importancia del testeo masivo: el control del contagio permitió una mayor normalidad del funcionamiento económico. Por tanto, la discusión es más que pertinente y es deseable que se conduzca en los términos apropiados. Creo que hay que evitar el planteo polar: cuarentena sí o no. Ya estamos en cuarentena y es importante ahora examinar los resultados y la evolución de la epidemia. La información y el análisis son vitales para examinar cuáles son los tiempos, las etapas y la planificación del levantamiento de las restricciones. Es un tema donde la opinión de los expertos debe liderar y alimentar la discusión y el debate de política pública.
Entremos, ahora sí, en Argentina. Cambió todo. Se barajó de nuevo y cambiaron las prioridades. El plan previo se archivó. Dadas las restricciones a la movilidad impuestas, que posiblemente se extiendan, ¿qué opina de las medidas paliativas anunciadas? No le pregunto sobre el efecto neto, hoy casi imposible de estimar, aunque todo indique que el desempeño macro será peor que el previsto en enero. Consulto, más bien, por el enfoque. ¿Qué estuvo bien y qué falta?
En el plano sanitario, creo que hubo una demora en la fase inicial y eso hizo que algunas medidas se aplicaran de forma inefectiva. Un ejemplo es el control que se hizo en Ezeiza y otros aeropuertos. Absolutamente explicable por la sorpresa y por tratarse de un fenómeno desconocido. Ocurrió en otras partes también. En el plano económico, en general las medidas están bien orientadas: intentan hacer un balance entre la protección de los grupos más vulnerables y apoyo a la producción, es decir, la oferta. Pero obviamente Argentina dispone de escasos márgenes fiscales y monetarios, en una economía en recesión. No debería sorprendernos que veamos medidas adicionales. A todas las restricciones que bien conocemos, se suma la informalidad. La existencia de ocupación y actividad informal supone un enorme obstáculo. Por definición es difícil llegar con instrumentos eficaces a estos sectores. Es interesante por ejemplo comparar las medidas que adopta España donde también la cuarentena es severa. La diferencia viene dada no sólo por la magnitud de la ayuda, sino también por los instrumentos puestos en juego. Aquí la informalidad impone una barrera a la política pública.
Por último, ¿cómo avizora el 2021? No me refiero, desde ya, a los números macro sino, más bien, a los efectos de largo aliento del cisne negro que estamos atravesando. Hay varios analistas que hablan de un antes y después planetario, aunque no está claro qué viene después y, por ende, tampoco está claro que sea muy distinto a lo previo. ¿Cómo está viendo eso?
No hay precedentes de la situación que estamos atravesando. De ahí que se puedan hacer diversas hipótesis. Pero creo que es prematuro delinear conjeturas. No obstante, los datos que vamos conociendo, tanto en el plano económico como social y sanitario, indican que es un fenómeno de gran magnitud. Como bien se viene reiterando hay impactos de oferta y demanda. ¿Cuán sobredimensionada resultará la industria turística a nivel internacional? ¿Cuál será el impacto sobre los movimientos de personas una vez que se levanten las restricciones? Se abre un proceso de transformación. Pero en lo inmediato se trata de remover la dificultad básica que enfrentamos: la incertidumbre que provoca el desconocimiento de cómo se controla la pandemia y las secuelas de la misma. El shock ha sido provocado por un virus y se desconoce cómo remediarlo. Las medidas fiscales y monetarias ayudan pero no ponen remedio a la verdadera causa del problema. La solución está en otro plano. Una vez que se alcance ese punto podremos analizar las características del escenario emergente.