Una estrategia de gestión e información territorial. El sistema de monitoreo y evaluación del Plan del Norte de la Provincia de Santa Fe

Publicado en junio del 2020

Evaluar el impacto, los resultados, los procesos y el diseño de planes y programas es un camino para generar evidencia sobre el desempeño de las iniciativas de gobierno. Sin embargo, las capacidades institucionales para producir, sostener y usar información de fuentes diversas para la gestión de planes y programas en Argentina son heterogéneas. Desde el punto de vista de la oferta, las instituciones públicas no cuentan con un esquema de producción de datos constante. Desde el punto de vista de la demanda, el debate público no siempre exige datos de calidad que avalen las decisiones que se toman.

Las experiencias de años recientes permiten concluir que los sistemas de monitoreo y evaluación (M&E) ganaron relevancia dentro de los gobiernos centrales, así como también a nivel subnacional. Si bien la creación de un organismo específico en materia de M&E es una clara señal de la importancia otorgada al análisis sistemático de las políticas, planes y programas, la experiencia internacional pone en evidencia que la construcción político institucional no implica sólo la creación de una unidad con funciones de M&E. Exige, además, definir y fortalecer competencias en materia de M&E en sus contrapartes dentro del gobierno central (ministerios, secretarías, organismos), de los niveles de gobierno con los que interactúe (provincias/estados, municipios/alcaldías) y de los actores sociales. Estos actores son quienes deben recoger información, garantizar la evaluabilidad de los programas y políticas, y saber interpretar los resultados de las evaluaciones. Por ende, es crucial que estén capacitados. Así, el desarrollo e implementación de una estrategia de monitoreo y evaluación de una política pública territorial requiere un ambiente político-institucional favorable, compromiso político de alto nivel, conducción de equipos burocráticos, inversión en recursos humanos y diálogo participativo con actores institucionales locales y ciudadanos del territorio.

El Plan del Norte de la Provincia de Santa Fe reunió muchas de estas condiciones, en diferentes grados, dando lugar a un ciclo virtuoso entre producción y uso de información sobre una intervención con calidad de planificación. La estrategia de M&E del Plan del Norte se basó en siete componentes críticos: i) la comprensión del cambio social que impulsa la política; ii) la identificación de actores involucrados en distintos niveles y funciones; iii) los objetivos y preguntas que se buscan responder con el despliegue del sistema de M&E; iv) la recolección de la evidencia empírica para responder a esas preguntas; vi) el procesamiento y análisis de datos, y vii) la socialización de los resultados. Entre los aprendizajes de este esfuerzo se destacan la importancia de contar con condiciones favorables como el ambiente político-institucional y el avance del marco organizacional del M&E provincial; la práctica efectiva de M&E y la gestión de la información a nivel provincial; la sustentabilidad y la gestión de las recomendaciones derivadas del sistema de M&E del plan regional, y el uso de los resultados del M&E y la estrategia de comunicación provincial con alta participación ciudadana en todas las instancias.

Los planes y programas provinciales que incorporan un enfoque basado en la construcción de información para la gestión y la rendición de cuentas muestran destacados avances y hacen pensar en un panorama alentador en materia de extender la función de M&E en toda la administración pública provincial. Futuros consensos políticos alrededor de esta idea y la consolidación de los arreglos institucionales necesarios para garantizar su sostenibilidad son materia de debate y deberán ser, necesariamente, parte de la construcción de un Estado provincial moderno, inteligente y que continúe reconociendo la participación social como valor fundamental en el objetivo de lograr un desarrollo territorial más integral.

El sentido del currículum para la primera infancia en América del Sur

Publicado en junio del 2020

Las políticas de primera infancia incluyen un amplio abanico de intervenciones orientadas a los niños y los adultos a cargo de su cuidado directo. Licencias, transferencias e instituciones constituyen una cadena de prestaciones claves en los primeros años de vida. Entre ellas, los espacios de crianza, enseñanza y cuidado (CEC) cumplen un rol fundamental. La oferta CEC —jardines maternales, de infantes y centros de desarrollo infantil, entre otros espacios— abarca un amplio mosaico de instituciones que tiende a ser fragmentada y heterogénea.

Este trabajo analiza el sentido del currículum para la primera infancia en América del Sur. Se ofrece una mirada panorámica de la región a través de los casos de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú y Uruguay. Originalmente un instrumento de política del sistema educativo, la hipótesis de este trabajo es que las bases curriculares pueden constituirse en una excelente herramienta para consensuar pisos mínimos y criterios comunes de calidad para todas las instituciones que trabajan con niños pequeños.

La investigación permite vislumbrar la irrupción del currículum como un instrumento de política con potencial de impulsar y/o apoyar una mayor cohesión de la oferta CEC en América del Sur. A excepción de Argentina y Paraguay, los países estudiados han elaborado nuevas bases curriculares para la primera infancia en los últimos seis años.

La mayor parte de estos documentos se orientan a toda la franja etaria, desde los primeros días de vida hasta el ingreso de los niños a la escuela primaria. A su vez, existe una tendencia a elaborar bases curriculares que contemplan a toda la oferta CEC, incluso a aquellos espacios que no pertenecen al sistema educativo. De este modo, el currículum contribuye a superar la tradicional escisión entre “educación” y “cuidado”.

Este trabajo muestra que las bases curriculares pueden contribuir al diseño y la concreción de políticas integrales para la primera infancia. Estos instrumentos permiten crear acuerdos que amalgamen a todas las instituciones CEC en torno a aspectos centrales como: sentidos, focos y principios del trabajo con la primera infancia; infraestructura y mobiliario; higiene y nutrición; ratios y vínculos entre adultos y niños; perfiles de los profesionales; vínculos y acompañamiento a las familias y a las comunidades; lenguaje, juego y corporalidad; supervisión y regulación. Al mismo tiempo, la construcción de las bases curriculares se constituye en una oportunidad única habilitar procesos de construcción colectivos que incluyan y pongan en diálogo a todos los actores a cargo del trabajo con la primera infancia en espacios CEC. Estos procesos permiten, en sí mismos, contribuir a la amalgama entre crianza, enseñanza y cuidado, claves para una verdadera integralidad.

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