El nivel inicial y las familias: una alianza para seguir educando durante la emergencia

Publicado el 17 de abril

La pandemia expuso a los docentes y a las familias a educar sin escuelas. Desde hace más de un siglo, las familias envían a sus hijos a las escuelas y delegan en ellas una parte de su educación. Las escuelas liberan tiempo de las familias y asumen el compromiso de enseñar a sus niños saberes esenciales sobre el mundo que los rodea. El aislamiento social preventivo y obligatorio desarticuló una alianza constituyente del nivel inicial. Obligó a recrear esta alianza desde casa y en casa.

La pandemia hizo visibles algunos supuestos que sostiene la educación de los más chicos. Educar no es escolarizar y no hay enseñanza sin cuidado. Esto es cierto para todos los niveles educativos, pero mucho más para el nivel inicial. En la educación de los más pequeños crianza, enseñanza y  cuidado son inseparables.

En el nivel inicial educar es mucho más que enseñar las letras y los números. Su propósito es garantizar el contacto de los niños con el mundo de la cultura. Las iniciativas para asegurar la continuidad pedagógica deben pensarse desde este principio. Y algunas ya lo están haciendo. La propuesta “Cuentos que viajan”, por ejemplo, de la Dirección de Nivel Inicial de la Provincia de Buenos Aires, distribuye un cuento diariamente a través de distintas redes sociales. La experiencia de escuchar un cuento cuidadosamente seleccionado y narrado es profundamente educativa. La televisión, internet y las redes sociales que en tiempos no pandémicos compiten con la escuela por la atención de los chicos, son hoy aliados claves.

Sin embargo, el acceso a contenidos pedagógicos de calidad no es suficiente para seguir educando. Los más pequeños no tienen autonomía suficiente para llevar adelante esta tarea solos. En el nivel inicial el lenguaje oral y escrito no está todavía desarrollado. Es mucho mayor la presencia de otras maneras de comunicarse y de relacionarse con el conocimiento. Una mano que sostiene, un rato de juego libre en el patio y compartir el desayuno o la merienda son centrales en este nivel educativo. Esto es más difícil de reemplazar mediante las nuevas tecnologías.

El aislamiento puso contra las cuerdas a la trama de vínculos que sostienen la educación de los más chicos. Enseñar y aprender en casa sobrecarga aún más las dinámica cotidiana de las familias. Para que un video o una actividad de la plataforma se transforme en contenido educativo alguien tiene que hacerlo accesible. En tiempos de escuela, había un docente entrenado para enseñar. En confinamiento, es probable que esta persona sea quien, un rato más tarde, se ocupe de preparar la comida o aquella que por la mañana dió un abrazo apretado para contener el llanto ante la negativa de ir a la plaza. Por el lado de los docentes, el tiempo para migrar contenidos al entorno digital compite en muchos casos -al igual que las familias de los chicos a los que están destinados- con el que necesitan para cuidar a sus propios hijos.

Pero además, la oportunidad de aprender está mediada por las condiciones materiales en que se transita la cuarentena. En Argentina, más de la mitad de los chicos conforman familias con carencias materiales persistentes. La incertidumbre e inestabilidad laboral atraviesa a la gran mayoría de las familias de la comunidad educativa.

La presencia es insustituible para la educación de los más pequeños. A la vez, los espacios institucionales de enseñanza, crianza y cuidado son un eslabón clave en las dinámicas de cuidado de las familias. En particular, porque amplia sus oportunidades de generar ingresos y contribuye a la autonomía económica de las mujeres. En consecuencia, la apertura de las escuelas de nivel inicial deben tener prioridad entre las medidas para la salida gradual del aislamiento.

El abrupto e impensado repliegue en nuestros hogares nos obliga a improvisar respuestas para las que nadie está preparado. Mientras se extienda el confinamiento, tan importante como impulsar medidas para sostener la continuidad educativa es explorar nuevas formas para lograr que el nivel inicial esté presente en la vida cotidiana de los más chicos, acompañando a las familias en sus esfuerzos para criar, enseñar y cuidar en casa.

 

Autores


Jennifer Guevara

Vanesa D’Alessandre

Investigadora asociada de Educación, Investigadora principal de Protección Social

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