El discurso de apertura de sesiones es un momento crítico para la democracia

El 1 de marzo es mucho más que un discurso. El presidente, mandado por el pueblo soberano a través de la Constitución, debe rendir cuentas sobre el estado de la nación. Es un momento crítico para la calidad democrática. Durante esos minutos el presidente tiene dos obligaciones: debe dar explicaciones sobre la situación social, económica y política de la nación y proponer reformas o políticas que considere necesarias para el desarrollo nacional.

Los presidentes de la democracia dieron forma, significado y contenido diferente al 1 de marzo. Informes cortos o muy extensos, acompañados por actos públicos gigantes o modestos, temas variados relacionados con la agenda de la coyuntura.

Vistos desde 1996, los Informes del Estado de la Nación tienen algunas debilidades. El uso de “datos duros” creció pero su calidad es contradictoria y su legitimidad, puesta en jaque. Los presidentes, en lugar de comunicar indicadores (como tasa de mortalidad infantil o porcentaje de mujeres embarazadas que realizan controles pre parto, por ejemplo), optan por usar variables, como cantidad de vacunas contra la gripe o monto invertido en programas de prevención de la mortalidad infantil. Los presidentes hablan de la maquinaria estatal pero no pueden responder por los indicadores de largo plazo que nos alejan o acercan del desarrollo humano y sostenible. En definitiva, nos han dado pocas pistas sobre cómo sus políticas han mejorado la vida de las personas.

La manera en que los presidentes ordenan el discurso dificulta que legisladores y ciudadanos controlen los resultados del gobierno. Distintas formas podrían adoptarse para hacerlo más significativo y abierto. Una opción sería dar cuentas sobre las promesas de campaña. También podrían darse explicaciones tomando como base los ocho objetivos y las 100 prioridades de gobierno que desarrolló la Jefatura de Gabinete. El Informe del Estado de la Nación también podría explicar los avances hacia los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que son compromisos internacionales asumidos por la Argentina.

¿Cuál es el estado de la nación, entonces? Para responder esta pregunta hacen falta datos creíbles basados en evidencia científica. Es momento de perfeccionar instituciones que produzcan datos de calidad y reconstruir la confianza social en la capacidad del Estado para explicarnos cómo está la nación.

Autor


Natalia Aquilino

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