El problema de las mujeres para acceder y crecer en el mercado de trabajo es el castigo a la maternidad

Todos los años, el 8 de marzo, cuando se conmemora el Día Internacional de la Mujer, hay una lluvia de promesas para cerrar la brecha entre las posibilidades y oportunidades de hombres y mujeres en el ámbito laboral (entre otros). El día de la mujer abre la discusión sobre en qué situación se está. Hay debates, discusiones, buenas intenciones, pero las acciones concretas parecen debilitarse a medida que pasan los meses.

“Efectivamente este tema tuvo muchísima visibilidad en marzo pasado con el envío que hizo el Presidente el día 9 al Congreso de un proyecto ley de paridad de género. Básicamente incluía la extensión de las licencias por paternidad (de 2 a 15 días)”, dice Gala Díaz Langou, directora del programa de Protección Social de Cippec y una referente a la hora de hablar sobre temas de género. “También había una serie de reformas pendientes para garantizar la equidad económica en el mercado de trabajo, sobre todo la no discriminación salarial y la participación de mujeres en sindicatos, mas otros artículos sobre el teletrabajo etc. Y derogaba normativas que actualmente discriminan por género en determinadas profesiones. El proyecto entró a la Cámara de Diputados, a la Comisión de Familia, Mujer, Niñez y Adolescencia y también a la Comisión de Legislación para el Trabajo”.

Pero ahí quedó. “En el transcurso del año, la Cámara de Diputados estuvo abocada al debate sobre la ley de interrupción voluntaria del embarazo. Luego se empezó a trabajar en el tema para llegar a un dictamen que, partiendo del proyecto oficialista, tomaba en cuenta también otros 72 proyectos similares. Durante meses hubo reuniones varias hasta que a la hora de defender el proyecto oficialista no hubo presencia de la presidencia de la Comisión de Legislación para el Trabajo, (que la tiene el peronismo), aunque sí alguna presencia sindical, que alegó que se trataba de una reforma laboral encubierta. Las comisiones se comprometieron a seguir trabajando, pero aún no hay dictamen en ninguna de las dos”.

Según datos oficiales, en nuestro país, las mujeres cobran en promedio 26,2% menos que los hombres por el mismo trabajo. En el ámbito privado el 68,2% de los cargos de la alta dirección están ocupados por varones, mientras que las mujeres ocupan solo el 31,8% de los mismos. En el ámbito público, 4 de las 24 gobernaciones son ocupadas por mujeres; de los 5 cargos de la Corte Suprema solo 1 es ocupado por una mujer; 9,4% de los intendentes/as son mujeres; solo 37,5% de las bancas en el Senado y 35,6% en la Cámara de Diputados las ocupan mujeres. Además, el desempleo afecta principalmente a las mujeres jóvenes (21,5% frente al 17,3% de los varones de 14 a 29). Frente a estos números más que intenciones se necesitan acciones.

Otro compromiso en marcha es el Plan de Igualdad de Oportunidades y Derechos (PIOD) 2018-2020, lanzado en diciembre, a través del cual el Gobierno impulsará “un conjunto de políticas públicas para promover y garantizar la igualdad de género”, difunde la pagina oficial. “Ese plan engloba acciones contra la violencia de género, y otras para que se reduzca la brecha en el mercado de trabajo”, dice la experta de Cippec. También existe la Iniciativa de Paridad de Género aún sin acciones ya implementadas. ¿Mucho ruido y pocas nueces? “Hay que ver el vaso medio lleno”, responde Díaz Langou. “Este tema por lo menos ahora tiene visibilidad. Es un paso, pero no suficiente. Es necesario que se traduzca en políticas concretas”.

Paridad salarial 

A la hora de analizar por qué las mujeres ganan menos que los hombres, “desde Cippec desaconsejamos mirar la brecha salarial por género. Cuando vemos por qué las mujeres reciben un 27% menos que los hombres, notamos que ellas se desempeñan en los sectores menos dinámicos de la economía, ofertan menos horas al mercado de trabajo y hay menos mujeres que llegan a puestos jerárquicos. No existe una brecha salarial como tal, sino que es un síntoma de otros problemas, que son muy serios”, explica.

Agrega que la solución pasa por garantizar que haya más mujeres en el mercado de trabajo, que puedan ofertar más horas, que participen en los sectores más dinámicos de la economía y que accedan a puestos jerárquicos.
Además, que exista más contención. “En 30% de los casos, la maternidad adolescente es buscada. Primero ocurre una deserción educativa y después sobreviene el embarazo ante la ausencia de un proyecto de vida. Hay que recordar que el 50% de los alumnos en general en la Argentina no termina el secundario, por lo que se necesita repensarlo para que sea útil y tenga un diálogo mejor con el mercado de trabajo”.

Pero es indudable que son las mujeres las que están en desventaja. El 74% de los jóvenes que ni estudian ni trabajan, llamados “ni-ni”, pertenecen al sector femenino. “Aunque actualmente, en estos casi 3 años de gestión se crearon y se fortalecieron 1800 espacios de primera infancia, hay que incluir políticas para que estén al lado de escuelas secundarias que tengan mayor deserción. Solo 3 de cada 10 niños acceden a algún tipo de espacio de primera infancia. El tema de las guarderías en las empresas también podría ayudar”, sugiere.

“Por todos esto estamos lejos de la paridad laboral. Casi el 90% de los varones trabajan o buscan trabajo, pero menos del 50% de las mujeres en edad de trabajar lo hacen. Esta es la contracara de las responsabilidades que tienen las mujeres en el interior de sus hogares. Mercantilizar las tareas domésticas probablemente implica una inversión mayor que el ingreso que generarían en caso de trabajar”.

Por otro lado, las trayectorias de las mujeres en el mercado de trabajo son más vulnerables y les cuesta más conseguir un trabajo.

¿Por qué suceden estas cosas? En principio, Díaz Langou afirma que la maternidad “es un castigo en la trayectoria laboral de las mujeres, mientras que la paternidad es un premio. Sin embargo, en puestos similares las mujeres tienden a estar más formadas y estudios en otros países muestran que son más productivas también”.
Pero hay sesgos culturales que todavía existen y que hacen que las mujeres vayan por menos y no por más. “A los 8 años las chicas ya creen que son peores en matemáticas que los varones. Hay que trabajar desde la primera infancia para evitar este tipo de errores de concepto”.

Fuente: La Nación 

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Gala Díaz Langou

Directora Ejecutiva

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