Publicado el 10 de junio de 2024
Como cada año, el Día del Padre nos invita a reflexionar sobre las condiciones que habilitan —o limitan— las tareas de cuidados de los niños/as. Y como cada año, volvemos a poner el foco en una deuda persistente: la falta de un sistema de licencias que promueva el derecho de los padres a cuidar desde el nacimiento o la llegada de un hijo/a. Frente a este panorama, vale la pena preguntarse: ¿qué celebramos cada junio? ¿qué paternidades honramos si no garantizamos condiciones mínimas para ejercerlas?
En Argentina, los trabajadores registrados del sector privado cuentan con solo dos días corridos de licencia por paternidad. Dos días que resultan claramente insuficientes para acompañar el inicio de la vida, generar vínculos tempranos y compartir las responsabilidades de cuidado. Es un tiempo simbólicamente mínimo y materialmente injusto.
La normativa argentina vigente, sancionada en 1974, establece las licencias por paternidad más breves de toda Sudamérica. Esta situación resulta aún más preocupante si se tiene en cuenta que, en general, los países de la región ya presentan retrasos en relación con las tendencias globales en esta materia.
Días de licencias por paternidad en países seleccionados
Fuente: Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe (OIG) y Organización Internacional del Trabajo (OIT), “Portal mundial de la OIT sobre las políticas de cuidados”.
A su vez, el hecho de que solo la mitad de los trabajadores accede actualmente a este esquema de dos días de licencia por paternidad agrava el estado de la cuestión. Quienes trabajan en la economía informal, son autónomos o monotributistas no tienen ningún derecho reconocido, lo que obliga a muchas familias a resolver el cuidado mediante salidas temporales del mercado laboral, reducción de horas trabajadas o delegación del cuidado en terceros –en caso de que puedan costearlo-.
Las consecuencias de esta restricción son múltiples. Por un lado, desincentiva la participación activa de los varones en las tareas de cuidado desde el comienzo. Por otro, refuerza la idea de que el cuidado es una responsabilidad exclusiva de las mujeres, reproduciendo desigualdades de género tanto en el ámbito doméstico como en el laboral. Además, genera inequidades entre quienes pueden negociar alternativas —como días sin goce de sueldo o licencias informales— y quienes no tienen esa posibilidad.
En ese sentido, CIPPEC viene impulsando una reforma del sistema de licencias por nacimiento y adopción desde 2011. Si bien en la última década se han presentado numerosos proyectos legislativos para modificarlo, ninguno llegó a ser tratado en el recinto. Desde CIPPEC sostenemos que ampliar y diversificar las licencias parentales es una medida clave para avanzar hacia un sistema más justo y equitativo. Proponemos un régimen que contemple licencias por paternidad más extensas, que busque una mayor cobertura e igualdad, incluyendo el trabajo informal, monotributistas y autónomos/as.
Este Día del Padre, volvemos a decirlo con claridad: cuidar es un derecho. Para para que ese derecho sea real, es necesario garantizar tiempo, dinero y servicios para cuidar. Ampliar las licencias no es un gesto simbólico, es una política pública con impacto en la vida cotidiana de las familias, en la igualdad de oportunidades y en el desarrollo integral de las infancias.
¿Vamos a hablar otra vez de licencias? Sí, vamos a hablar otra vez. Porque mientras el cuidado siga siendo una responsabilidad desigual, y mientras los padres sigan sin poder estar, el tema seguirá siendo urgente.