Publicado en mayo de 2019
Este trabajo fue realizado por CIPPEC, BID Lab y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Sus autores son Javier Madariaga, César Buenadicha, Erika Molina, y Christoph Ernst.
El fenómeno de las plataformas digitales, que cuenta con cerca de 10 años a nivel global y ha significado una de las mayores disrupciones en el mundo del trabajo, es relativamente reciente en Argentina. A principios de 2016 operaban en el país cinco plataformas, todas de capitales nacionales. A partir de ese año, principalmente producto de la flexibilización del sistema de pagos al exterior y otros factores, se aceleró el ingreso de nuevas plataformas y filiales de empresas extranjeras al mercado argentino, lo que favoreció a su vez un flujo de nuevas inversiones dirigidas a las plataformas de origen local que ya estaban instaladas.
En efecto, durante los dos años sucesivos se incorporaron al menos ocho nuevas plataformas que ofrecen oportunidades de generación de ingresos. Sin embargo, la información vinculada a las formas de trabajo a través de plataformas digitales no está alcanzada por las estadísticas oficiales, por lo que las mismas quedan invisibilizadas en otras categorías: ocupados no asalariados, trabajadores por cuenta propia, algunas formas de trabajo atípico asalariado o trabajadores informales.
El presente estudio reviste especial importancia en tanto constituye la primera iniciativa de clasificación, caracterización y análisis del trabajo de plataformas en Argentina.
Los resultados de este estudio demuestran que, aunque el fenómeno todavía presenta un desarrollo incipiente, el conjunto de usuarios-proveedores de servicios a través de plataformas digitales representaba en 2018 el 1% del total de ocupados de la Argentina.
Otra de las grandes conclusiones que se desprenden de este trabajo de investigación es que, aunque la economía de plataformas ofrece nuevas oportunidades para generar ingresos –y cumple un rol de contención social frente al desempleo y la subocupación–, genera retos desde el punto de vista regulatorio y desafía el alcance de las normas laborales, fiscales y de protección a los trabajadores que fueron pensados para la economía tradicional.
Características sociodemográficas
Con respecto a la distribución etaria, se destaca que en las plataformas digitales predominan los trabajadores jóvenes. En efecto, más del 90% de los prestadores es menor de 60 años, y un tercio tiene menos de 30. Asimismo, la edad promedio de los trabajadores de plataformas en Argentina es de 38 años (Gráfico 5) (*).
A su vez, existe una importante disparidad de género en el trabajo en plataformas, altamente masculinizado. De hecho, casi 4 de cada 5 trabajadores de plataformas son hombres.
En cuanto al nivel educativo (Gráfico 7), si bien varía sustancialmente según la plataforma, los trabajadores de plataformas cuentan, en promedio, con niveles de estudios elevados. En efecto, casi el 90% de los encuestados ha finalizado el nivel secundario. Inclusive, un 37% afirma haber terminado estudios superiores.
En este sentido, se puede sostener que los trabajadores de plataformas tienden a estar más educados que la población ocupada en general y, dado que en su mayoría se concentran en servicios que requieren habilidades técnicas entre medias y bajas, se podría afirmar que están sobrecalificados respecto de las tareas que realizan. A su vez, este fenómeno podría deberse a que los trabajadores de plataformas tienen dificultades para encontrar un empleo tradicional y terminan recurriendo a las plataformas por necesidad, tal como sugieren algunas.
Sin embargo, cuando uno observa los incentivos de los encuestados para trabajar en la economía de plataformas (Gráfico 23), solo un 20% del total sostuvo que su motivación principal se debió a la dificultad para encontrar otros trabajos. Los argumentos más esgrimidos fueron la posibilidad de conseguir un ingreso extra y las modalidades de trabajo flexible que permiten este tipo de actividades.
Las plataformas tampoco parecen ser una vía hacia el primer empleo. De hecho, los datos recogidos muestran que casi la totalidad de los encuestados posee o poseyó una ocupación antes de ingresar en la plataforma, de los cuales un 60% tenía experiencia laboral previa en tareas que realiza actualmente.
Otra característica sobresaliente del presente capítulo es que más del 20% de los trabajadores de plataformas provienen de otros países, porcentaje muy superior a la porción inmigrante de la población argentina (4,6%). Entre los trabajadores de plataformas, los venezolanos se destacan como el colectivo inmigrante más numeroso. En línea con esto, un informe de 2015 de la OIT afirma que, en Argentina, independientemente de sus características demográficas, educativas y laborales, los trabajadores inmigrantes sudamericanos tienen un 12% más de probabilidades de acceder a un empleo informal que los trabajadores argentinos.
Por último, es importante destacar que, entre quienes se dedican exclusivamente a su trabajo en la plataforma, antes estuvieron un promedio de alrededor de 4 meses buscando otras oportunidades laborales.
Ingresos
Sin embargo, estas cuestiones no deben restar valor a la importancia que le atribuye el proveedor de servicios a su trabajo. En este sentido, poco más de la mitad de los encuestados declaran no recibir otros ingresos laborales por fuera de los que genera su actividad en la plataforma y un 60% manifiesta que no hubiese podido hacer frente a sus gastos habituales de no haber sido por dicha ocupación, sobre todo entre quienes realizan actividades técnicas u operativas. Al mismo tiempo, quienes sí poseen alguna fuente de ingreso alternativa, sostienen que las ganancias provenientes de su actividad en las plataformas representan, en promedio, el 65% de su renta total.
Respecto de este punto, es importante mencionar que, por una parte, aproximadamente dos tercios de los encuestados afirman que sus ingresos a través de las plataformas son estables, especialmente entre quienes prestan servicios físicos de alta calificación y/o realizan actividades capital-intensivas, y que, por otra parte, 3 de cada 4 creen que sus ganancias aumentarán o se mantendrán de igual manera el año próximo (Gráfico 19)
Con respecto a las horas dedicadas al trabajo, los prestadores de servicios a través de plataformas declaran trabajar 7 horas por día hábil en promedio, aunque aparecen ciertos matices en función del hecho de que la persona reciba algún tipo de ingreso extra por fuera de su actividad o de la motivación que empujó a la misma a volcarse a esta forma de trabajo. Aun así, casi el 60% de los encuestados trabaja menos de 40 horas semanales, y casi tres cuartos lo hace en horarios rotativos.
Condiciones laborales
En torno a las condiciones laborales, cierta informalidad de los trabajadores de plataforma puede ser observada. En efecto, sólo un 55% de los encuestados afirmó realizar aportes provisionales por su actividad en la plataforma (de los cuales casi el 90% lo hace a través del régimen de monotributo), y apenas el 40% posee una obra social a raíz de su trabajo (Gráfico 37).
Líneas de acción
La realidad de los trabajadores de plataformas es heterogénea, máxime si se tiene en cuenta el tipo de tarea y el nivel de calificación requerido. Por ejemplo, mientras que muchos de los trabajadores que realizan tareas físicas de baja calificación se encuentran en una situación de vulnerabilidad, otros, como el caso del servicio doméstico, se ven beneficiados por las plataformas tanto por mejoras en las condiciones laborales como en la formalización. Por su lado, para los trabajadores de plataformas que realizan tareas de tipo virtual y de alta calificación, la economía de plataformas no solo representa oportunidades de desarrollo profesional, sino que podría contribuir de manera significativa al desarrollo económico del país.
Algunas líneas de acción se tornan imprescindibles luego del análisis volcado en el presente documento. Resulta fundamental comprender el entramado de situaciones que se verifican en el marco de la Economía de Plataformas, desde las relaciones comerciales y laborales legítimas hasta las relaciones de dependencia encubiertas.
Por eso, y aunque no es conveniente aplicar recetas únicas y universales para todas las plataformas y los trabajadores involucrados, de acuerdo a las conclusiones de estudio se desprenden algunos posibles lineamientos de política pública:
1.- Comprender el fenómeno de la economía de plataformas y generar acciones normativas pertinentes.
2.- Debatir la regulación en el marco del diálogo y no por la vía judicial, evitando introducir distorsiones que incentiven a la informalidad o vuelvan inviables los modelos de negocios.
3.- Discutir y replantear algunos aspectos de la regulación laboral, de modo de contemplar los escenarios propuestos por los cambios tecnológicos (por ejemplo, que la LCT promueva condiciones de trabajo decente y un piso de derechos y beneficios, independientemente de la condición de asalariados, no asalariados, típicos o no típicos).
4.- Simplificar y facilitar la formalización y registro de los trabajadores.
5.- Reconocer la reputación digital como capital privado y portable de los trabajadores de la economía de plataformas (posibilidad de compensar la falta de credenciales o certificaciones formales).
6.- Incorporar en las estadísticas oficiales categorías específicas que permitan conocer, visibilizar y dimensionar la realidad particular de los trabajadores de plataformas.
7.- Generar espacios público-privados de colaboración para invertir en capacitación y desarrollo de habilidades de los trabajadores de la economía de plataformas.
8.- Identificar y promover oportunidades e incentivos para facilitar la inclusión de colectivos vulnerables o marginados (migrantes, personas con discapacidad, madres solteras, jóvenes en riesgo, entre otros) en la economía productiva a través de la economía de plataformas.
9.- Desarrollar políticas específicas para mejorar las trayectorias laborales y aprovechar el potencial de los trabajadores virtuales de alta capacitación, lo que redundaría en una oportunidad para exportar servicios basados en conocimiento y evitar la fuga de talentos. En ese sentido, las políticas orientadas al desarrollo de competencias requieren:
10.- Desarrollar políticas que reduzcan las complejidades administrativas y barreras financieras que entorpecen la competitividad en el mercado global.
Los anteriores son algunos ejemplos de cómo, a través de políticas públicas activas, se pueden aprovechar las oportunidades y mitigar los efectos no deseados de la economía de plataformas en el mercado laboral. En este sentido, es fundamental que dichas políticas sean definidas a partir de un proceso participativo, donde los usuarios, los trabajadores, y las plataformas, tanto locales como las de alcance global, sean tenidos en cuenta durante el proceso decisorio.
(*) Para una mejor lectura del informe, esta síntesis conserva como referencia los números de gráficos del documento original