Publicado en febrero del 2020

En 2019, tras la sanción de la Ley N° 27.337, se llevaron a cabo en Argentina los primeros dos debates presidenciales obligatorios del país. Los mismos transcurrieron el 13 y el 20 de octubre en la Universidad Nacional de Rosario y la Universidad de Buenos Aires. Organizados en torno a ocho ejes temáticos, participaron en los debates los seis candidatos a Presidente de la Nación que superaron el piso del 1,5% establecido en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias. Estos son Alberto Fernández, Mauricio Macri, Roberto Lavagna, Nicolás del Caño, Juan José Gómez Centurión y José Luis Espert. Más de 3 millones de personas miraron los debates por televisión, otras tantas online y muchos siguieron la cobertura posterior a través de la prensa.

Tener debates presidenciales obligatorios implica una mejora institucional en tanto influyen sobre el funcionamiento de la democracia, institucionalizando una práctica deliberativa que expone a los candidatos a proponer, discutir y rendir cuentas, pero también a la audiencia a utilizar la información para establecer posicionamientos. Pero, ¿cuáles son los efectos que causan en la audiencia?

A partir de una encuesta nacional, se realizó un análisis de la utilidad del debate del día 20 de octubre de 2019, utilizando tecnología de medición minuto a minuto a través de diales, que permiten a la audiencia calificar en tiempo real el nivel de acuerdo con lo que un candidato
está diciendo.

Los resultados indican que la mayoría de las personas encuestadas valoran positivamente la experiencia del debate. Sin embargo, se observan diferencias en su valoración: consideraron al debate más útil para conocer la personalidad de los candidatos (76%), por sobre sus propuestas (68%) o los problemas que atraviesa el país (67%). Estas diferencias responden también a factores sociodemográficos: son los más jóvenes, entre 16 y 39 años, quienes valoran más dicha experiencia.

También se observa un impacto en la intención de voto, pero este no es unidireccional. El 12,31% de los votantes en la muestra cambian de posición luego de ver los debates. Los votantes más propensos a ser persuadidos por los debates incluyen votantes indecisos, quienes apoyan a terceras fuerzas y aquellos que muestran apoyos en momentos específicos a candidatos, por fuera de su base electoral (es decir que, a pesar de no votar a un candidato, acuerdan con partes específicas de su discurso). Sin embargo, al no darse este cambio en un movimiento unidireccional, el resultado total no beneficia ni perjudica a ningún candidato en particular y la intención de voto total de los encuestados permanece estable antes y después de ver los videos del debate.

En cuanto a su utilidad como medio de difusión, los debates son una plataforma de
exposición para candidatos con menor caudal electoral, aunque no necesariamente impacta
en la intención de voto. Por ejemplo, en el caso de Espert, el número de encuestados que dicen que ganó el debate triplica la proporción que se inclina a votarlo al inicio de la encuesta.

Un análisis adicional sobre la relación entre el debate y la agenda mediática indica que la misma es influida, en cierto grado, por los debates. Si bien no todos los temas que surgen en el debate impactan en la agenda mediática, existen algunos que muestran una prevalencia significativa con posterioridad al debate que no se evidenciaba antes. Ejemplos de ello son el salto en cobertura que presentó el tema de la gestualidad de Alberto Fernández y los créditos UVA después del primer y segundo debate, respectivamente.

El presente trabajo es uno de los primeros análisis sistemáticos y estadísticos de los debates presidenciales en Argentina. Debates posteriores ayudarán no solo a consolidar la cultura democrática del país, sino también a enriquecer nuestro entendimiento sobre el impacto de los mismos.

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